Jacques Rancière es una figura de muchas caras (marxismo, historiografía, ciencia política, estética contemporánea). Según Rancière, el arte y la política transformaron su vínculo durante las revoluciones del siglo XIX al calor del reclamo por la democracia; su progresivo alejamiento de la lógica del resto de las artes del siglo XX y sus consecuencias para la teoría estética. No es posible pensar el arte por fuera de la política ni mucho menos eliminar el nivel político de sus aspectos estéticos. Pero esto no
quiere decir que una de las instancias se subordine a las otras.
La literatura está apartada del destino del arte contemporáneo, que se convierte cada vez más en un arte de la indistinción donde la calidad del artista no está vinculada a ningún saber – hacer instituido. Los pintores son clasificados hoy en la categoría de plásticos, en la que se encuentran también los fotógrafos y los videastas, y hasta artistas que no pueden crear nada con sus manos. La literatura no está sometida a una crisis de identidad. Vive de la herencia de sus contradicciones sin que estas produzcan formas nuevas de relato y de escritura. ¿Qué obra literaria genera hoy escándalo?
Para Rancière la literatura, entre el tiempo de Balzac y de Joyce, fu el laboratorio en e
l que se experimentaban las formas de descripción y de interpretación de la experiencia, y esto correspondía a las conmociones científicas, políticas y técnicas. Los grandes novelistas también inventaron las formas que se estandarizaron en el relato periodístico. En la actualidad la literatura tiende a convertirse en algo así como un meta – arte, un arte que reelabora al mismo tiempo su texto y las formas textuales y visuales que ayudó a engendrar. ¿Cuáles serían hoy los géneros que permiten que la literatura perdure? La forma novelesca se muestra todavía apropiada para hablar de la historia contemporánea; esto implica que la novela se reapropia de las formas del relato, sobre todo de las del relato periodístico que nacieron de ella. La frontera entre lo “literario” y lo periodístico es un lugar privilegiado donde la novela y el ensayo pueden encontrarse.
En sí misma la literatura es una singularidad histórica. La existencia de la escritura electrónica (blogs) coincide con las revoluciones políticas modernas, su constitución participa de una ampliación de las formas de experiencia de la lectura y de la escritura. El caso de las escrituras electrónicas debe ser pensado en relación con esta ampliación, ellas participan de un universo de experiencia transformado por la multiplicidad de las conexiones, por las nuevas posibilidades de dar forma a la experiencia.
La literatura estuvo atravesada por una tensión fundamental. Por un lado, es la forma de discurso que resulta de la destrucción de las jerarquías entre los sujetos y los géneros. La novela llamada realista consagra la capacidad de los cualesquiera para ser

los sujetos de la ficción e impone una palabra que anula la diferencia de los estilos, una palabra que borra las marcas de distinción que caracterizan las “belles lettres”.
Las artes llamadas visuales se apropian ampliamente de la palabra y le escritura. Los artistas visuales se apropiaron del espacio intermedio que separan a las “imágenes” producidas por las palabras de las imágenes producidas por la mano o por la máquina. La literatura se convierte entonces en una manera de tratar la historia en el estilo de la rememoración proustiana, pero también de penetrar en la relación entre lo que una imagen “dice” y lo que una descripción “hace ver”.
En la actualidad la relación entre filosofía y literatura funciona de otra manera, menos como una comunidad de visión del mundo que como una interrogación común sobre los vínculos entre pensamiento y escritura. La filosofía es llevada a cuestionar su condición de discurso “sobre” la literatura, el arte o la política y pensar más fuertemente su naturaleza como naturaleza literaria, es decir, como experiencia de escritura y de pensamiento que está por encima del resto de las experiencias de las que constituyen el tejido común.
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